Galletas quemadas

Un olor peculiar empezó a inundar el departamento, era como plástico quemado.  Mi roomie  me pregunta ¿Estabas cocinando algo? ..

 

El mundo es un lugar inestable, en el que el azar juega un papel principal, puedes tener todos los ingredientes, preparar perfectamente la receta, y aún así puedes quemar las galletas. 
Cometer errores es la única forma de llegar a algo. Todo en la vida tiene un costo y requiere de un compromiso, así podemos lograr cualquier cosa que nos propongamos.

Aunque la vida no nos de todos los ingredientes que deseamos, debemos aprender a trabajar con lo que tenemos.

El problema es que a veces las decisiones las tomamos basadas en la impaciencia, vivir tan apresuradamente nos hace olvidarnos qué hay que saber esperar para que las cosas pasen. Subimos y bajamos de los trenes según nuestros impulsos.
La creciente impaciencia en la que vivimos nos convierte en seres volátiles, siempre buscando cambios rápidos y a veces viviendo sin un rumbo definido. 

Al vivir tan apresuradamente caemos rápido en la desesperación ante cualquier obstáculo. Aprender a mantener la calma es un acto de fe constante, hay que persistir para encontrar lo que buscamos.

Cada vez que elegimos un camino dejamos de andar otro. No hay que tomar la mejor decisión, sino la que te haga más feliz. 

Tal vez tengamos que abandonar los planes que habíamos hecho, porque ya no somos la persona que hizo esos planes. Cada etapa de la vida requiere una versión diferente de uno mismo.

En el camino aprendes que el éxito muchas veces viene acompañado de arrogancia y el que gana no es mejor que el que pierde.
Que las victorias y las derrotas vienen acompañadas de lecciones y ambas deben de ayudarnos a dominar nuestra vanidad. 

Pero si existen las segundas oportunidades, la gente sí cambia, pero solo cuando está convencido de hacerlo. Hay que tener más fe en las personas y pueden empezar a creer en si mismas.
A veces las cosas no son tan malas como pensamos e incluso las galletas quemadas no saben tan mal.